4 de abril de 2004
Satanizar una investigación a los manejos del deporte de cada país es semejante a tolerar la corrupción estatal. Señalar como indebida la participación del gobierno en el análisis de las acciones de una federación de fútbol equivale a admitir la exclusión de su función interventora. La acción de inspeccionar el funcionamiento de distintos estamentos, llámese intervención o de cualquier otra forma, no puede omitirse en un Estado que desea sanear su estructura. En la actualidad, el gobierno colombiano indaga en las cuentas bancarias y la contabilidad de la Federación Colombiana de Fútbol y sus ligas y clubes afiliados y verifica si su funcionamiento tiene irregularidades. Ha sido recurrente en los medios de comunicación expresar cierta incertidumbre por una probable desafiliación que generaría esta disposición del Estado, además de la legalidad del procedimiento. La legislación nacional es clara en cuanto al tema y, de acuerdo con el Artículo 60 de la Ley 181 de 1995, Coldeportes es un establecimiento público de orden nacional, lo que traduce que no existe ninguna censura constitucional para que se delegue en esta entidad “la inspección, vigilancia y control sobre los organismos deportivos y demás entidades que conforman el sistema nacional del deporte”. Es decir, la acción no tiene objeción legal, según el Abogado, Especializado en Legislación Deportiva, José Duque, pues “en el artículo 211 se autoriza la delegación presidencial en los representantes legales de entidades descentralizadas y Coldeportes es una de ellas”. Es precisamente la delegación en Coldeportes, por parte del Gobierno, otro punto de crítica de los opositores al análisis gubernamental y por ello es pertinente aclarar que su control está amparado por la ley.La iniciativa del gobierno de Álvaro Uribe Vélez no es novedosa en nuestro país. En el ciclo presidencial de Andrés Pastrana, Coldeportes encontró irregularidades en el manejo de dineros de la Copa América 2001, de la que Colombia fue sede, y multó con 1.000 dólares al entonces Presidente de la Federación Colombiana, Álvaro Fina. ¿Fue esta una intervención estatal? Probablemente. ¿Es una intervención la acción del gobierno de Uribe? Tal vez. Según Álvaro González, Presidente de la Difútbol, División aficionada del fútbol colombiano, una intervención se daría cuando “por un decreto un alcalde, gobernador o presidente nombre los dirigentes para orientar a la federación”, como afirmó en entrevista a Nuevo Estadio. La discusión se ha centrado en evitar el rechazo de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado). Existe una fobia a la palabra intervención, pues la FIFA prohibe que sus asociados estén intervenidos por sus respectivos gobiernos. Investigación es el calificativo predilecto para evadir el castigo del poco ecuánime ente regidor del fútbol mundial. La FIFA no tiene quién la intervenga. O la investigue. O ambas. O cualquiera de las dos. Para el caso, no importa. Esta dicotomía entre intervenir e investigar ha aparecido en los debates de otras naciones afiliadas a la FIFA. En 1997, una comisión de diputados del Congreso de Honduras pretendía reformar el Decreto 203- 84, que señalaba la estructura del fútbol local. Los congresistas estaban inconformes con la forma en que se repartían las curules, con 16 puestos al sector amateur, 8 para la Primera División y 2 para la Segunda División. De ese modo, las decisiones trascendentales sobre la generalidad del balompié eran tomadas por los aficionados, en detrimento de los profesionales. El diario hondureño La Prensa, citaba en aquel momento la declaración de una fuente, a la cual protegían su identidad, quien decía que “ojalá que ahora los diputados del amateurismo no interpreten que dicha reforma es una intervención y giren la notificación a la FIFA”. Es como si las decisiones nacionales tuvieran que ser consultadas, con un ¿lo podemos hacer Sr. FIFA, o le disgusta? ¿Y la Federación Internacional a quién debe consultar o solicitar alguna opinión sobre sus normativas? La FIFA, que cataloga de amistosa la ronda eliminatoria de Suramérica, con la autorización para los clubes europeos de liberar a los jugadores convocados dos días antes, no tiene un gobierno que la juzgue. Pese a que en sus estatutos determine, en el Artículo 36- Numeral 5, que para un partido de clasificación de competición internacional, los jugadores seleccionados deben ser liberados con 4 días de antelación, esa ley sólo la utiliza cuando las selecciones europeas se enfrentan. ¿Y es que la Eliminatoria Suramericana no es clasificatoria a una competición internacional, llamada Mundial? Eso es lo que dan a entender con la aplicación discriminatoria de la norma.La FIFA, que suspendió a los clubes y seleccionados de Guatemala de todos los torneos internacionales (meses después levantada de forma provisional), porque el Presidente de la Federación, José Mauricio Caballeros era investigado por la Contraloría de Cuentas de su país, por presunta malversación de fondos, podría hacer lo mismo con Colombia. La FIFA interviene en asuntos de países pero no admite que, en esos países, se intervenga en asuntos de fútbol. No pretendo señalar como culpables, sin derecho a explicación de sus cuentas a los directivos colombianos. Su consciencia y las conclusiones de la “intervención- investigación” tendrán la respuesta a esa inquietud. Lo que no se puede dejar de cuestionar es que la FIFA aminore, con su presión “anti- interventora”, la soberanía nacional.Un jugador de fútbol de Bélgica marcó un precedente, que deja abierta la posibilidad de que los autoritarios y autocráticos organismos sean susceptibles de cambios por agentes externos. El belga Bosman, en diciembre de 1995, en el famoso caso que lleva su nombre, logró afectar los estatutos de la UEFA, Unión Europea de Fútbol Asociado. La UEFA aducía que “una decisión del Tribunal de Justicia sobre la situación de jugadores profesionales podría poner en entredicho a la organización del fútbol en su conjunto”. Precisamente por esa vía, Bosman consiguió cambios drásticos en el régimen de transferencias de jugadores en el Viejo Continente. La UEFA debió acoplar la Ley Bosman a su reglamento y también federaciones de otros deportes debieron hacerlo. Incluso la Federación Alemana de Ajedrez, o Bundesliga de ajedrez, fue desafiada por el Caso Bosman. Aunque los germanos no permitían la inclusión de extranjeros, el capitán del club Duisburgo incluyó tres foráneos en uno de sus enfrentamientos y fue castigado con la pérdida de todos puntos disputados en esa ronda (los de las partidas de los extranjeros y de los elementos alemanes). Después, el Duisburgo se amparó en la Ley Bosman y retó a las férreas barreras federativas. Si las federaciones de países son regidas por un organismo mundial, sería productiva la existencia de un organismo adicional que analizara las actuaciones de las federaciones internaciones, ya no hablando únicamente del caso fútbol, sino extendiendo la cobertura a los demás deportes o disciplinas. Es inaceptable que se quiera imponer una decisión por encima del criterio estatal, que debe propender por el comportamiento diáfano de sus dirigentes y la existencia de una estructura con menos burocracia; con justicia y con la debida utilización de los recursos económicos. No se puede concebir una “supranación” que infunde temor y limita la ejecución de esos fines. Tampoco es aceptable que esa supranación mida con distinta óptica los distintos casos que se le presentan, dando prioridad a los europeos, llevado por la presión del G- 14 (los 14 mejores clubes europeos) que han manifestado su intención de boicotear varios certámenes si sus derechos son superados por los de los seleccionados. ¿Necesitaremos, en Suramérica, de clubes poderosos para que no ser pisoteados? Pues estamos lejos de tener el poder monetario de los euros y seremos esclavos del dictador FIFA. Si hay un Tribunal de la Haya y un Baltazar Garzón, debería haber alguien que juzgara a los burócratas del deporte mundial, que a mayor importancia del cargo, menor exposición a los ojos del juicio. ¿Intervención al fútbol colombiano y desafiliación de la FIFA? No sería lo ideal. Pero, ante las continuas arbitrariedades que comete la organización global, ¿quién interviene a la FIFA?
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