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Wednesday, August 08, 2007

ARENAS VS. PEÑA

FOTOS DE ERNESTO APONTE

“Tengo preparada una novedad que va a sorprender a Peña”, decía David Arenas, emocionado. El antioqueño de 15 años llegaba a esta partida sin ninguna victoria oficial ante Peña, atlanticense de 17.



En caso de que el sorteo le diera las piezas blancas a Arenas, el Maestro Internacional más joven en la historia del ajedrez colombiano, tendría una idea sorpresiva en la Apertura Española (forma de iniciar el juego estudiada por el sacerdote Ruy López en los años 1500).

“Estoy cansado”, fue lo primero que dijo Alfredo Peña en la Liga de Ajedrez de Antioquia. Ese 21 de junio de 2007, el barranquillero acababa de llegar de Cartagena, donde había disputado el Nacional de Mayores, siendo el más joven finalista de la rama masculina. Alfredo Anatoly Peña, registrado por error del notario Anatoley, recibió su segundo nombre por la afición de su padre hacia el ex campeón mundial de ajedrez, el ruso Anatoly Kárpov.

Por más paradójico que suene, don Alfredo quería que Alfredo Anatoley fuera futbolista, intención que mantuvo firme hasta que “Alfredito” ya tenía 3 títulos nacionales de ajedrez en su currículum. Alfredo tiene potente disparo que podría haberlo convertido en todo un cañonero del Junior de Barranquilla pero prefirió entregar sus energías al tablero de 64 casillas. Ambos jugadores, listos para enfrentarse en una partida de ajedrez, podrían estar preparando su cuerpo y mente para verse las caras pateando un balón.

El antioqueño también frustró un sueño paterno al llegar de estudiar, sorprendiendo a Víctor Arenas: “papi: voy a representar al colegio”, “¿sí?, ¿en fútbol?”, “no, en ajedrez”, fue la sentencia que puso triste a un esperanzado padre en tener un goleador en casa. Pero ahora la situación es distinta: Alfredito se coronó campeón mundial escolar Sub-17 en Grecia, por encima del local Georgios Goumas y del ruso Alexander Kopylov y David Arenas llegaba con el importante antecedente de compartir el primer lugar del Panamericano Sub-20 2005 con el ecuatoriano MI Daniel Mieles y el argentino MF Leandro Perdomo, obteniendo, con 13 años de edad, el título de Maestro Internacional. Peña y Arenas, sin importar la lucha de honor que los uniría en una hora, se saludaron y se fueron a jugar tenis de mesa.


Las muñecas se calentaban con la raqueta para agilizar el movimiento de las piezas. Al tratarse de un juego a 10 minutos por jugador, para toda la partida, la agudización de los reflejos podría resultar definitiva en el resultado. Eran las 6 de la tarde y los elementos de ambientación ya estaban instalados. El Parque del Ajedrez, sede de la partida de exhibición ya tenía los flashes de las cámaras fotográficas disparándole de forma continua, las antorchas a lado y lado sustituían las habituales luces artificiales que, en su mayoría, se encontraban apagadas.

Arenas y Peña, un poco agitados tras su enfrentamiento en tenis de mesa, actuaban cual actores de Hollywood: las dos estrellas de la noche concedían entrevistas para radio y televisión, un medio tras otro, en directo o pregrabado. Por media hora parte del sueño de Víctor y Alfredo, padres de los jóvenes en contienda, se hacía realidad. Los más importantes medios de comunicación locales se volcaron hacia David y Alfredo Anatoley pero el tema era su duelo, preámbulo del XVIII Festival Panamericano de Ajedrez de la Juventud 2007.



Luego de escuchar los himnos y discursos protocolarios, publicar el promo del campeonato y el intro del juego Arenas vs. Peña, el maestro de ceremonia John Jaime Osorio llamaba a la mesa a los jóvenes tableros colombianos. “con ustedes el Maestro Internacional más joven en la historia del ajedrez colombiano, David Arenas”.

Arenas, de camisa a rayas manga corta y su chaqueta gris, pasó por el centro de la zona de juego, ante la asombrada mirada de las de cerca de 400 personas: “¿ese niño es el Maestro?”. El presentador del evento retomó la palabra: “tengo el honor de presentarles al campeón mundial escolar Sub-17, Alfredo Anatoley Peña”.

Peña bajó las escalas, se dirigió hacia el frente del escenario. Como es habitual, un saludo de manos entre ambos jugadores y la necesaria explicación del reglamento por parte del Árbitro Nacional Juan Carlos Delgado: “cada jugador tendrá 10 minutos en su reloj, sin incremento de tiempo. Al tratarse de un encuentro de blitz (ajedrez rápido), una jugada imposible da inmediata derrota y es a finish (quien consume los 10 minutos pierde)”.

Una mirada penetrante de Peña buscaba intimidar a Arenas, antes del inicio del juego. Arenas quiso afectar la psicología de Peña, innovando en la jugada número cuatro de una Defensa Siciliana, a lo que Peña respondió con otra acción novedosa y la partida se salió de la teoría. Lo que se llama ajedrez puro, intuición e inspiración, fue lo que se vio en la Apertura del juego de exhibición.

El tablero electrónico era proyectado a tres pantallas, para quienes asistieron a la exhibición, y los movimientos podían ser seguidos por cualquier aficionado en el mundo a través de la web oficial del torneo. Entre dos jugadores que se conocen tanto como ellos resulta difícil hallar una acción sorpresiva, pero así fue. El llamado ajedrez teórico, ese que se estudia en los libros, en chessbase (base de datos mundial de partidas), pasó a un lado. La partida, la primera en la historia del ajedrez colombiano en ser observada en Internet en tiempo real, se fue al terreno donde se conocen los reales talentos: ante la desaparición de las posiciones memorizadas es el juicio, la capacidad de estructurar planes, la que da el toque de magia, donde lo inaudito e impredecible puede ser lo más apropiado.

El tiempo apuraba y la presión crecía. Peña se relajaba ante una ventaja decisiva en el final de la partida. La tenue luz impedía que observara con claridad el tiempo que quedaba en su reloj. Ambos querían jugar rápido pero en sentidos paralelos. Arenas se agachaba y buscaba ganar por tiempo, sin reflexionar demasiado cada movimiento.

La posición entraba en simplificaciones: con una serie de cambios de piezas Peña buscaba acelerar el desenlace, con la premisa teórica de que mientras menos piezas en el tablero quien tiene una ventaja la materializa con mayor velocidad. Para forzar las simplificaciones, Peña debía actuar de forma contraria a la de Arenas: invertir mucho tiempo para asegurar que esas cambios de piezas fueron obligadas y su adversario no tuviera alternativa de evadirlos.

Con esa doble concepción ajedrecística, el encuentro se determinó por los factores de tiempo y materia. El tiempo de ventaja que Peña había acumulado en la Apertura se diluyó en el Medio Juego. Peña se involucró mucho en la posición, tanto que, por un momento, olvidó que el tiempo se estaba equilibrando. Cuando a Alfredo Anatoley le quedaban 4 segundos en su reloj, Arenas quedó sin tiempo, lo que equivale a derrota. El antioqueño agachó su rey y le dio la mano al atlanticense. Los 20 minutos de enemistad y lucha de territorio terminaron: un nuevo enfrentamiento en tenis de mesa se pactó.


Juego de ping-pong
El Grifo -- Ideas Fluyendo - viernes, 17 de agosto de 2007