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Wednesday, August 30, 2006

Carlos Roa


Sufrió de paludismo, se recuperó de un cáncer y se retiró del fútbol por creencias religiosas. En un viaje a Zaire, África, en 1990, el arquero argentino contrajo paludismo. Estuvo cerca de morir. Por esa recuperación fue meritorio su ascenso deportivo y su llegada a la selección.

En 1998 estuvo en la cumbre de su carrera al jugar al Mundial de Francia. Y no se limitó a estar presente: sus actuaciones como titular del arco gaucho son célebres. Fue el directo responsable de la eliminación de los archirrivales de las Malvinas, al atajarles los penales a los ingleses David Batty y Paul Ince.

Carlos Roa recibió propuestas de clubes grandes de Europa, incluida una del Manchester United por una cifra tentadora. Todas las rechazó por su religión: Dios vale más que diez millones de dólares”, dijo en ese momento.

“Lechuga” Roa decidió entregarse a su Iglesia Adventista del Séptimo Día y, con tal de retenerlo en su nómina, el Mallorca de España aceptó incluir en su contrato una cláusula en la que el golero podría jugar cualquier día menos los sábados. “En mi religión el sábado se dedica a ayudar a los demás, visitar colegios, enfermos”.

Luego de años de reflexión se sintió con la necesidad de retribuirle al Creador la oportunidad de salvarse del paludismo: “Fue en una gira por África. Y mirá que sin las vacunas no podés salir del país. Estaba por hacer contrato con Racing y al final no firmé. Igual viajé, pero fui mal, deprimido y a lo mejor me agarró el mosquito. Me picaron millones, como a todos, pero me agarré a la enfermedad llegué acá y volaba de fiebre. Te ataca la sangre y se aloja en los vasos. A mí me agarró el más fuerte, el más complicado”

Luego de un tiempo sabático alejado del fútbol cambió de opinión y volvió a jugar en el año 2000. El paludismo y una lesión crónica en el hombro que lo tuvo ausente 9 meses del fútbol, no serían los únicos los únicos padecimientos de Roa. El disciplinado arquero se ausentó de los entrenamientos del Albacete y un rumor sobre una posible enfermedad creció. Meses después, “Lechuga” Roa apareció públicamente sin sus característicos barba y largo cabello, tras someterse a sesiones de quimioterapia por un cáncer en un testículo.

“Miles de veces me dan ganas de meter todos los recuerdos en un baúl y hacer de cuenta que no pasó nada. En otros, pienso en eso y me da fuerzas. Lo único que sé es que cuando empecé a sentirme mejor, lo único que quise fue jugar al fútbol”.

En 2004 entrenó a los arqueros del Constancia de la Tercera División española. En 2005, y con 36 años, volvió a jugar profesionalmente con el Olimpo de Bahía Blanca. Y los sábados y en la Semana Santa de cada año cuenta cómo venció a sus enfermedades.

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