Escribo para no pensar pero termino escribiendo lo que
pienso. Acudo a mi imaginación para ocupar ese espacio abierto para el
pensamiento pero ella insiste en acudir a mi memoria y quedo en el mismo
círculo de pensar- recordar. Escribo para olvidar pero recuerdo escribiendo.
Decido no
escribir más: la imaginación se limita a la evocación.
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