Primera entrevista de Guerrero, nuevo MI, a su llegada al Parque del Ajedrez: Medellín, Colombia. Guerrero es el nuevo campeón del Centroamericano Sub-20 en El Salvador. 8 de agosto de 2007.
Por: Diego Londoño
Terminó la partida y los dos se pusieron a llorar. ¿Por qué lloraba David Arenas? Porque perdió con Juan Carlos Guerrero. ¿Por qué lloraba Guerrero? Porque David estaba llorando. La sensibilidad de quien sólo ganó Disciplina en cuatro períodos de su etapa colegial salió a flote en aquel año 2000. Al llegar al hotel de Cartagena donde se hospedaban, Juan Carlos hacía sonreír a David con una inocente pregunta: “¿cierto que todavía somos amigos?”
Juan Carlos Guerrero recibió su primer tablero de ajedrez en su Primera Comunión, sin saber qué eran esas piezas de madera ni para qué servían. Luego de que le contaran qué clase de juego tenían en sus manos, le pidió a su madre ser inscrito en clases. Jorge Mario Clavijo, en el INDER de Envigado, fue el encargado de guiar ese afán de saciar la curiosidad. “Clavijo me preguntó que si yo quería tener un hobby o ser un campeón. Yo elegí la segunda opción”.
En 2002, mientras ganaba el Departamental Sub-14, el de Cuarta Categoría, el de Tercera y finalizaba empatado en el de Segunda con Sebastián Marín y Andrés Arango, la familia Guerrero entraba en una crisis económica por la que tenían que hipotecar la casa. Abandonó el Colegio Militar por no tener el dinero para pagar una institución privada y su madre, con ayuda de las madres de los ajedrecistas de Envigado (en especial de Olga Zapata), mantuvo el hogar con un pequeño local de ropa. “Mi mamá hasta se ofreció a lavar baños con tal de sacarnos adelante”, cuenta Guerrero con voz de agradecimiento.
Juan Carlos, su madre y sus cuatro hermanas, dejaron atrás su vida de lujos en Envigado y se fueron a vivir a Itagüí, a un pequeño apartamento. Su padre se fue a buscar un mejor futuro para los Guerrero y, más adelante, la familia volvería a unirse. La venta de ropa fue creciendo y lograron montar, con éxito, un segundo local. En 2004 volvieron a vivir a Envigado.
Juan Carlos estaba decidido a abandonar el colegio, pero su entrenador le dijo que era absurdo dedicarse de lleno al ajedrez sin ser, por lo menos, campeón en Colombia. Guerrero, en 2005, se convirtió en campeón nacional Sub-18, con participaciones internacionales en el Mundial de Belford, Francia, y en España.
“Le fascina que le lleven las cosas a la pieza, es un conchudo”, dice Daniela Guerrero, su hermana menor, “de todas formas, es el mejor hermano del mundo”. La disciplina que no tuvo en su etapa de estudiante de colegio la ha tenido que adquirir en el ajedrez. “Si sólo gané cuatro veces Disciplina fue porque insitaba al desorden, eso sí: molestaba con inteligencia”.
Por: Diego Londoño
Terminó la partida y los dos se pusieron a llorar. ¿Por qué lloraba David Arenas? Porque perdió con Juan Carlos Guerrero. ¿Por qué lloraba Guerrero? Porque David estaba llorando. La sensibilidad de quien sólo ganó Disciplina en cuatro períodos de su etapa colegial salió a flote en aquel año 2000. Al llegar al hotel de Cartagena donde se hospedaban, Juan Carlos hacía sonreír a David con una inocente pregunta: “¿cierto que todavía somos amigos?”
Juan Carlos Guerrero recibió su primer tablero de ajedrez en su Primera Comunión, sin saber qué eran esas piezas de madera ni para qué servían. Luego de que le contaran qué clase de juego tenían en sus manos, le pidió a su madre ser inscrito en clases. Jorge Mario Clavijo, en el INDER de Envigado, fue el encargado de guiar ese afán de saciar la curiosidad. “Clavijo me preguntó que si yo quería tener un hobby o ser un campeón. Yo elegí la segunda opción”.
En 2002, mientras ganaba el Departamental Sub-14, el de Cuarta Categoría, el de Tercera y finalizaba empatado en el de Segunda con Sebastián Marín y Andrés Arango, la familia Guerrero entraba en una crisis económica por la que tenían que hipotecar la casa. Abandonó el Colegio Militar por no tener el dinero para pagar una institución privada y su madre, con ayuda de las madres de los ajedrecistas de Envigado (en especial de Olga Zapata), mantuvo el hogar con un pequeño local de ropa. “Mi mamá hasta se ofreció a lavar baños con tal de sacarnos adelante”, cuenta Guerrero con voz de agradecimiento.
Juan Carlos, su madre y sus cuatro hermanas, dejaron atrás su vida de lujos en Envigado y se fueron a vivir a Itagüí, a un pequeño apartamento. Su padre se fue a buscar un mejor futuro para los Guerrero y, más adelante, la familia volvería a unirse. La venta de ropa fue creciendo y lograron montar, con éxito, un segundo local. En 2004 volvieron a vivir a Envigado.
Juan Carlos estaba decidido a abandonar el colegio, pero su entrenador le dijo que era absurdo dedicarse de lleno al ajedrez sin ser, por lo menos, campeón en Colombia. Guerrero, en 2005, se convirtió en campeón nacional Sub-18, con participaciones internacionales en el Mundial de Belford, Francia, y en España.
“Le fascina que le lleven las cosas a la pieza, es un conchudo”, dice Daniela Guerrero, su hermana menor, “de todas formas, es el mejor hermano del mundo”. La disciplina que no tuvo en su etapa de estudiante de colegio la ha tenido que adquirir en el ajedrez. “Si sólo gané cuatro veces Disciplina fue porque insitaba al desorden, eso sí: molestaba con inteligencia”.
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