Sábado, 28 de abril de 2007
Mis ojos se resecan ante la continua salidas de dolor transformado en agua. Mi alma sufre por tal acto de atrevimiento de mis ojos y se deshidrata. El agua baja y corta la respiración: de forma absurda, sin tocar nariz, el aire empieza a escasear. Ahogado, por ausencia de aire y exceso de agua, intento volver a la esencia y respirar. Mi intento fracasa. Mi alma reclama a mis ojos por provocar la muerte del todo: exige una prueba certera de que hubo justificación para tomarse atribuciones ajenas. ¿a quién le correspondería quitar el aire, negarse a recibirlo, sino a la nariz?, ¿qué diablos hacen los ojos decidiendo la muerte de un ser?, ¿no sería su función evitarla, advirtiendo del peligro que se acerca?